En 1808 España fue
invadido por el ejército de Napoleón Bonaparte, emperador francés. Ante
tales hechos, el pueblo español se rebeló en Aranjuez, entre el 17 y 19 de
marzo de 1808, obligando a su Rey Carlos IV, abdicar la corona en favor de
de su hijo Fernando, quién asumió con el nombre Fernando VII.
Ante las
contradicciones de los reyes españoles,
Napoleón Bonaparte los reunió a la familia real en la ciudad francesa
de Bayona, y obligó a Carlos IV
y a su hijo Fernando VII a abdicar
el trono a favor de su hermano José Bonaparte. Napoleón proclamó como Rey de
España en el trono español a su hermano con el nombre de José I.
El
patriotismo español se demostró más en el pueblo, ante el entreguismo pasivo
del monarca, la nobleza, intelectuales y ejército. A partir del 2 de mayo de
1808 en toda la península, surgió una insurrección popular y mediante las
guerrillas populares, impidieron la penetración del ejército francés en
provincias como Zaragoza, Valencia, Gerona y otras, logrando debilitarlo.
Ante estos acontecimientos, Inglaterra (enemigo de Napoleón
Bonaparte)
decidió intervenir activamente en defensa de España, comandado por
el
General Wellington y aporte de subsidios y técnicos. El Emperador
Bonaparte
en persona tuvo que dirigir para derrotar a los españoles en en la
Batalla de Somosierra (1808) e ingresar a la capital Madrid.
De esta forma España llegó a tener como
Rey a un francés.
Este hecho
contribuyó a romper el equilibrio de poder de los gobernantes españoles en
las colonias americanas, a causa de producirse un período de vacío de
poder, crisis de la monarquía española y debilidad política en la metrópoli
España.
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